A veces, cuando menos se espera, nos sorprende una imagen que se desmarca del cuadro cotidiano. Hoy, camino de casa de mis padres, en un tramo cuesta arriba y estrechado por las obras, me vi obligado a aminorar la marcha. Dos ciclistas, padre e hija, uno a la par del otro, apuraban la pendiente como si se tratase de un puerto de primera. La chiquilla, de nueve o diez años, pedaleaba a un ritmo más alto y con las dudas de equilibrio de los primerizos y el padre la arropaba con la cadencia del experto; moviendo con firmeza los pedales, mientras empujaba con una mano las espaldas de la aprendiza.
Quizá por tener el sol de frente, camino del ocaso, quizá por la estrechez de la vía y el caos de las obras (auténtica metáfora de la realidad actual), quizá por la escena entrañable, un gesto de absoluta ternura, o quizá por las tres al mismo tiempo; me sentí conmovido. No he podido evitar, mientras, obligado, acompasaba la marcha para mantenerme a su paso, contemplarlos y sentirlos como un canto a la esperanza, al optimismo. Una esperanza que ascendía a pesar de las estrecheces de las reformas, empujada por el amor del padre y la ilusión de la pequeña; todo ternura, ternura entrañable con el sol al frente. Descubrí la dureza del esfuerzo en el rostro colorado y sudado de la niña cuando los sobrepasé; pero también la sonrisa tranquila y alegre de su progenitor por haber alcanzado la cima. Y yo realicé lo que me quedaba de camino esperanzado y optimista, con esa cara de bobo que nos queda cuando nos sorprende la felicidad.
14 comentarios:
sencillamente...
sabes, j0se ant0n, mi 0pini0n es que ya de esas escenas quedan p0cas...quiza ap0ye mi 0pini0n el hech0 de que n0s llama la atenci0n...
0jala este equiv0cad0...
salud0s, galleg0.
Xose:
Contigo cierro el kiosco esta noche. No quiero que nada contamine mi estado de ánimo tras leer tu escrito. Tierno, precioso y con un rayito de esperanza dibujado en tus palabras.
Corren malos tiempos, pero ya queda menos para la cima.
Me ha encantado!!
Un abrazo
En esos detalles uno encuentra que la vida es buena a pesar de lo malo con lo que nos bombardean.
Un abrazo.
Esas escenas cargadas de ternura, esos pequeños detalles que no se ven todos los días...
Precioso Xosé Antón
besos desde la costa de tu niña gallega
sara
Ya dudo de si pasan poco estas cosas o es que no las vemos por ir siempre con la cabeza gacha y pocas ganas de historias.
Lo curioso del caso es que cuando las vemos, no dejan de sorprendernos y nos dejan esa sonrisa bobalicona en la cara por unas horas... parece que todo te afecta menos.
Besitos y buen fin de semana.
Este tipo de cosas son las que te permiten seguir creyendo que se puede, siempre se puede, claro que se puede ...
La niña guardará para siempre el recuerdo de su padre ayudándola con la bici, son pequeños momentos que la memoria atesora celosamente.
Un abrazo
Hola, Xose.
Me alegra mucho que hayas tenido esa vivencia y, sobre todo, que la hayas compartido con la ternura y el cariño con que la has relatado.
Una imagen muy bella y, mucho más bello, el mensaje que nos deja.
Un abrazote.
Maat
Xosé, amigo, no nos seas tan caro de leer, porque un chispazo de alegría como éste que nos regalas me deja con ganas de más.
Discrepo de Gus, te apoyo, estoy segura porque lo veo, si estamos atentos, si miramos, eso sucede, no es un milagro ni raro, será una niña y padre, será la cresta de una ola, será el abuelo dando de comer a los pájaros o la pareja que se besa, será...
Será muuuuy pronto que nos vemos, te digo. Besitooos, bicos caminante despierto, atrapador poeta de instantes.
Olá Xosé
De passagem pela Corunha, aproveito para visitar-te, ler-te e deixar-te um "bikiño" com sabor a Lisboa.
Em breve voltarei.
Tétis
Es cierto, este tipo de experiencias nos devuelven la ilusión que vamos perdiendo por culpa de los miedos y angustias que día tras día nos trasmitimos entre todos. Y tenéis razón, están ahí; si pasan desapercibidos hasta parecer noticia, como dice Gustavo, quizá sea por que la obsesión de escapar del dolor lo que nos ciega al placer que discurre gratis y generoso. Me alegra mucho coincidir con vuestras apreciaciones.
Feliz estancia, Tetis; ojalá coincidamos, aunque sea sin conocernos, a orillas de un café; da igual que sea aquí o en el recuerdo de mi Lisboa querida.
Xose, la TERNURA no se ve si no se lleva dentro. Y tú la has visto en esa escena.
Eres un tipo especial.
Besotes con etiqueta.
Hola, Xose:
¡No te imaginas cuánto me alegra volver a leerte!
Me parece muy bello el que nos hayas contado tu experiencia, tu vivencia personal, de unos momentos, esa sensación que sentías al ir con tu hija, esa felicidad, ese cariño y esa dulzura que queda plasmada en tus letras, arropado todo ello por tu hija, ¡qué sensación más feliz!
Porque la vida tiene momentos muy bellos, no todo son penas ni problemas, estos momentos dan mucha energía al seguir caminando de cada día.
Gracias, por este tierno post.
Un beso.
Paseo por la nubes, gracias cielo; ¡qué otra cosa te puedo decir! Y a ti, María; muchas gracias a todos por vuestra generosidad.
Xosé, he disfrutado del relato que me ha traído evocaciones de viajes a "un extranjero país", aunque no tanto, en el que esas imágenes son normales y cotidianas porque así funcionan.
Hasta tienen banderitas puestas en la bicis de los pequeños, con distintos colores, para que el tráfico en general, vea la edad del pedaleante.
Buen relato, como siempre.
Bicos.
Publicar un comentario