¡Qué desastre, menuda tragedia! Se agotan los iPad, quedan muy pocos. Como no nos demos prisa quedaremos sin ellos y, por lo menos, habrá que esperar dos o tres interminables meses para adquirir los siguientes.
Los teléfonos de los centros comerciales se bloquearon ante la avalancha humana que, desesperada, intentaba conseguir uno. Si ya llegó con retraso, quedarse sin él sería un auténtico cataclismo nacional.
Tal es la angustia que se palpa en las calles, que la gente se mueve en desbandada, con la mirada perdida y el rostro desencajado, y no se hincan de rodillas para gritar: "un iPad, un iPad, por favor" porque ya se quedaron sin voz.
Y yo, yo voy a comprobar si aún quedan plazas libres en el manicomio para reservar una con tiempo; no vaya a ser que se agoten como ocurrió con el iPad.
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