Existió hace mucho, mucho tiempo, un pueblo en el que sus ciudadanos se ataban un brazo a la espalda, doblan una pierna para andar o se vendaban un ojo. Quienes los visitaban se preguntaban por qué actuaban de esa manera y, seguros de sí mismos, con mucho orgullo, a todos les respondían lo mismo:
-Se trata de nuestro sistema de gobierno, único e incomparable. Cada cierto tiempo -el que lo contaba...